This is a true story.
The events depicted in this film took place in Minnesota in 1987.
At the request of the survivors, the names have been changed.
Out of respect for the dead, the rest has been told exactly as it
occurred.
[Esta es una historia verdadera. Los acontecimientos representados en
este film sucedieron en Minnesota en 1987. En respuesta a las peticiones de los supervivientes, los nombres han
sido cambiados. Por respeto a los fallecidos, el resto ha sido contado talmente
como ocurrió] Con estas palabras, todas ellas falsas, comienza una de las
mejores películas, sino la mejor, de la década de los noventa, Fargo, y cada uno de los
capítulos (a excepción de la fecha, ya que la serie de televisión transcurre en 2006)de una de las series más alabadas de lo que va de año, Fargo.
Personalmente, adaptar una película a
la pequeña pantalla se me antoja bastante complicado, y sin embargo, cada vez
son más los films que vienen a engrosar esta lista. Pero los productores saben muy
bien lo que se hacen. Vivimos la época dorada de las series de TV: son de
calidad (los mejores guionistas prefieren trabajar en una buena serie que les permita realizar un trabajo más
elaborado y explayar todo su potencial), breves pero a la vez largas (no importa
que dure seis o siete temporadas, porque puedes ver un capítulo incluso en el
trayecto en Metro al trabajo), de gran variedad temática (hay de tantos géneros
como géneros tiene el cine)… y sí, son muy adictivas, al punto de que se han
recogido en tan solo veinticuatro horas 10.000 solicitudes para hacer de extras
en los capítulos de Juego de Tronos que se grabarán en Sevilla. Pues bien, si a
estos factores le añadimos la etiqueta “Basada en…” y sustituimos los puntos
suspensivos por el título de una exitosa película… De esta forma han llegado a
las pantallas, o llegarán, versiones televisivas de Psicosis (Bates Motel),
Sleepy Hollow, El silencio de los corderos, Scream, Viernes 13, Gangs of New
York, Sin City, Zombieland o El
indomable Will Hunting, y parece que El
show de Truman será la siguiente en unirse.
No obstante, tal y como he dicho, no me parece
una tarea fácil; al fin y al cabo, si segundas partes nunca fueron buenas,
¿cómo va a ser buena una segunda parte que, además, dura diez veces más que la
original? Evidentemente, hay truco. Al menos en Fargo lo hay.
Arriba la estatua de Paul Bunyan en Fargo (1996), y abajo la que aparec en la serie. |
Supongo que cuando salió la noticia
de que Fargo iba a ser convertida en serie muchos pensamos exactamente eso, que
se limitarían a estirar el argumento original, al estilo de lo que hace Peter
Jackson en El Hobbit, hasta que
tuvieran las suficientes horas de metraje como para considerarla una serie de
TV. Pero no. No existe tal conversión. Se puede decir que Fargo, la serie, está
tan solo inspirada en la película. Es decir, los guionistas de la serie han
tomado los elementos básicos y más representativos de la película, lo que
podríamos denominar como el universo de Fargo, y en este mundo prestado han desarrollado
otra historia diferente aunque llena también de policías, asesinos, venganzas y crímenes, amén de alguna otra
referencia a la cinta del 96, como la presencia de los “monumentos” a Paul
Bunyan o la escena del maletín sepultado bajo la nieve, esta tomada literalmente de la original
Así pues, en la serie televisiva podemos
reconocer la violencia, el humor negro o la abundancia personajes pintorescos,
en ocasiones no muy inteligentes, que igualmente poblaban la película. Pero si
hay un elemento que une a ambas producciones esa es Minnesota, o como la llaman
los hermanos Coen, “La amable Minnesota”. En los dos casos el 32º estado en unirse a la
Unión (en 1858) juega un papel mucho más
trascendental que el de ser un mero espacio físico en el que transcurre la
historia, sino que es, en cierto modo, un personaje más. Los propios Ethan y
Joel explicaban que ambientar una historia de violencia y asesinatos en una
región famosa por la amabilidad y bondad de sus vecinos, a veces incluso
exagerada, resultaba mucho más atractivo, dado el contraste que se produce, que
ambientarla en un área más propensa para este tipo de situaciones. “Que sean amables no quiere decir que no haya hostilidad, pero la cubre la cortesía. Las culturas corteses suelen ser las más reprimidas y por tanto las más violentas”, apuntaban sus autores. El segundo elemento que
aporta Minnesota es su climatología. La constante presencia de la nieve provoca
numerosas situaciones cómicas, en buena medida gracias a las dificultades de
movilidad, y de cualquier otro tipo, que esta provoca. Debemos pensar que no es lo mismo realizar, por
ejemplo, una persecución por las soleadas playas de California que a través de
treinta o cuarenta centímetros de nieve ataviado con unos ropajes cuanto menos
aparatosos. Realmente resulta divertido ver a los personajes moverse, o
intentar moverse, en este inhóspito ambiente ("es como Siberia pero con restaurantes familiares" dicen los Coen, naturales de Mineápolis). Menos divertido, aunque de una
eficacia visual asombrosa, resulta el contraste que se produce entre la sangre
y la nieve (las dos presentes casi por igual). Quizás puede parecer algo a
priori sin mucha importancia, pero como digo, visualmente, es sin duda uno de
los elementos más poderosos en las dos producciones, y es una parte esencial
del universo, del imaginario que crearon los Coen.
El primer personaje que habría que
analizar sería, evidentemente, a Lester Nygaard, magníficamente interpretado por el británico Martin
Freeman (The Office, Sherlock, El Hobbit),
personaje que equivale en la película al vendedor de seguros Jerry Lundegaard
(véase el pequeño homenaje en el apellido) interpretado por William H. Macy. En
la serie, Freeman interpreta a un vendedor de seguros que se ve envuelto en una
oleada de violencia, iniciada por él mismo, que, al igual que en el film, una
vez desatada parece no tener fin. Probablemente lo más interesante de este
personaje es la evolución que experimenta a lo largo de los 10 capítulos que
dura la serie; si al comienzo podemos pensar de él algo así como “oh, pobre
Lester, todo le sale mal, todo el mundo le putea, todo el mundo se ríe de él…”
al final de la serie los pensamientos se tornan en algo así como “menudo
cabronazo…”. No diré más.
El segundo personaje a destacar es Lorne Malvo (aunque quizás
debiera ser el primero), un asesino a sueldo sin escrúpulos, filósofo a tiempo
parcial, autor de una docena de asesinatos que podemos disfrutar en primera
persona, y al menos otros treinta que no vemos directamente. No está mal. El
hombre encargado de darle vida es Billy Bob Thorton (El otro lado de la vida-por la que ganó el Oscar al mejor guión
adaptado), quizás más conocido por haber sido el marido de Angelina Jolie
entre 2000 y 2003, a la que dedicó incluso una bonita canción (Thorton es
también cantante country). Pero como he
dicho, en la serie el actor deja aparcado su lado más sensible para
transformarse en un frio y despiadado asesino, tal vez demasiado, peinado con
un flequillo muy particular y capaz de transformar la vida de cuantos le rodean
o intentan acercarse a él. A peor, entiéndase. En realidad, quizás este
personaje sea uno de los defectos de la serie, no en su concepción, pero sí en
su desarrollo. A diferencia de los asesinos de Fargo, la película,
interpretados impecablemente por Steve Buscemi y Peter Stormare, Lorne Malvo, gran
trabajo de Thorton dicho sea de paso, no termina de conectar con el espectador.
Los Coen, por ejemplo, consiguieron con el personaje de Buscemi algo realmente
fantástico, que el espectador simpatice con el asesino, que incluso acabe
deseando que consiga sus propósitos. En el caso de Lorne Malvo no se da nada
parecido. Estamos ante un asesino implacable, frío no solo a la hora de matar,
sino también de carácter, capaz de entrar el sólo en un edificio de la mafia
y matar a todos los que estaban allí dentro. Sinceramente, excesivo. Incluso
para EEUU. De hecho son tantos los crímenes que comete que ya hay incluso
rankings de sus mejores “trabajos”.
El tercer personaje clave, inspirado en la agente Marge Gunderson, es la agente Molly Solverson, una
agente de policía de Bemidji empeñada en demostrar que fue Lester quien mató a
su mujer. Desde luego es un personaje que
funciona bien, siempre y cuando no la comparemos con la original, porque por
muy buen trabajo que haya hecho Allison Torman, muy difícilmente podía haber
superado a la inconmensurable Frances McDormand, ganadora del Oscar por su papel. Es
destacable también que, como pequeño guiño a la película, la agente Solverson
aparece embarazada en los últimos capítulos, en los que se da un salto en el
tiempo hacia adelante. El padre de la criatura es el cuarto y último personaje
que destacaré.
Gus Grimly es un policía de Duluth que simplemente tiene la
mala suerte de detener el coche equivocado mientras estaba de patrulla, el
coche de Lorne Malvo. Analizar a este personaje es difícil. Podemos decir que
como policía es más bien poco profesional, que no vale para ese trabajo. Cierto.
Él mismo se percata de ello y termina trabajando de cartero. Pero sobre todo es
un hombre con miedo, miedo a que alguien pueda hacer daño a su hija (sí,
especialmente Malvo) lo cual, tal y como hemos visto, no es algo tan extraño. En
fin, este carácter, bien protector, bien cobarde ha puesto nervioso a más de uno
por las redes. El actor que da vida a este agente es Colin Hanks (King Kong, Dexter), un hombre, y el personaje también, que no se por qué me
recuerdan a Luís Miguel Seguí y su Leo de La
que se avecina.
Gus y la agente Solversen |
Estos son los principales personajes, pero hay más. Tenemos otra
pareja de asesinos de los cuales uno es sordomudo, un hombre que posee una
empresa de camiones que tiene dos hijos que son algo más que tontos en vísperas
(digo algo más porque aún no son del todo adultos), agentes del FBI, dueños
de cadenas de supermercados con algún que otro secreto…
En lo que a la trama se refiere, no voy a desvelar nada, pero
si haré un par de apuntes, me temo que negativos. El primero de ellos es la ya
comentada excesiva violencia. No quiere decir que mucha violencia resulte mala
para una película o una serie, ni mucho menos (ahí tenemos el propio ejemplo de
Fargo), pero en este caso el problema es que resulta poco realista. Muchos
tiroteos, muchos cadáveres, solo tres o cuatro agentes investigando los casos,
el FBI de por medio… demasiado americanada en ocasiones. El segundo apunte es
en torno al humor. Una de las cosas más brillantes que tiene la película es su
humor negro, su capacidad para que te rías incluso cuando un tío es sorprendido
mientras trata de meter la pierna de una de sus víctimas en una trituradora. Eso,
me temo, no se ve en esta serie.
A pesar de estos dos aspectos negativos, la serie mantiene un
nivel muy alto en todos los capítulos (alguno de ellos es particularmente bueno),
en los podemos ver y oír cosas realmente originales e interesantes, tanto en
aspectos técnicos (el tiroteo dentro del edificio de la mafia de Fargo), como
en boca de los personajes: “¿por qué los humanos distinguen más tonalidades de
verde que de otros colores?”, le pregunta Malvo a Gus. Además, como he venido
señalando, los actores están realmente estupendos, pese a que sus personajes no resulten tan carismáticos como los originales, y el ritmo, constante, logra
que en ningún momento se haga lenta o pesada.
En definitiva Fargo ha pasado con nota un examen muy difícil,
lo que la ha situado como una de las series más alabadas de la temporada y la
ha llevado a recibir tanto premios de la crítica como del público. Sin duda son diez
horas de puro entretenimiento, de calidad, que seguramente amenizarán las
tardes de verano de más de uno gracias a una acertada revisión del universo coeniano de Fargo. Solo un pequeño consejo para aquellos que hayan visto
primero la película: no caigáis en el error de compararlas.
Para terminar, os dejo una pequeña comparación entra sus Bandas Sonoras, sin duda otro elemento continuador, otro nexo entre ambas, otro guiño de la serie hacia la película, aunque la de Carter Burwell (compositor de la fantástica partitura de Valor de ley, también de los Coen) sea, o al menos a mi me lo parece, sencillamente magistral y bastante superior a la, no por ello menos acertada, partitura de Jeff Russo.
Banda Sonora de Fargo (1996) (Aquí un estudio sobre la BSO en portugués)
Banda Sonora de Fargo (2014)
Para terminar, os dejo una pequeña comparación entra sus Bandas Sonoras, sin duda otro elemento continuador, otro nexo entre ambas, otro guiño de la serie hacia la película, aunque la de Carter Burwell (compositor de la fantástica partitura de Valor de ley, también de los Coen) sea, o al menos a mi me lo parece, sencillamente magistral y bastante superior a la, no por ello menos acertada, partitura de Jeff Russo.
Banda Sonora de Fargo (1996) (Aquí un estudio sobre la BSO en portugués)
Banda Sonora de Fargo (2014)
Rubén Justo