Gabo (II): Aracataca-Macondo y la United Fruit Company


En Cien años de Soledad, nos relata García Márquez, con la llegada de la United Fruit Company a Macondo, que era un lugar próspero, comenzó la explotación y la corrupción que traía consigo la compañía bananera gringa. Este proceso de destrucción terminó con una huelga de 3.000 trabajadores en 1928 que fueron aplastados por el ejército. En la novela se dice que este episodio fue borrado de la memoria colectiva imponiéndose la versión de “aquí no ha habido muertos”, “aceptada por historiadores y repetida en los textos escolares”. En realidad, declararía mucho tiempo después el novelista, sólo habrían muerto 3, 7 o pocos más obreros, pero a la hora de escribir la novela era poco atrayente la imagen de tan pocas víctimas.

Sea real o no esta afirmación, la cuestión es que a partir de la publicación de la novela, lo que antes era sólo una leyenda quedó como historia real aceptada por todos. En la biografía del novelista escrita por Gerald Martin, este afirma que Cien años de Soledad es una historia de Colombia escrita desde una óptica socialista. Algunos críticos literarios afirman lo narrado en la novela como material histórico, e incluso historiadores dedicados al estudio monográfico de la bananera en Colombia y la huelga narrada por García Márquez sostienen y utilizan Cien años de Soledad como material histórico.

"Gloriosa Victoria", Diego Rivera
Sea como fuere, la importancia radica en la incidencia que tiene la ficción en ocasiones sobre la realidad histórica, muchas veces asentando una idea que fue utilizada para aumentar los valores literarios, como concepción histórica por la opinión pública y frecuentemente, aunque siendo más cautelosos, por los propios historiadores. La literatura, en ocasiones y siendo críticos, transporta mejor al lector a otro tiempo y ayuda a comprender mejor la realidad. La importancia y autoridad de García Márquez ha llevado a que sus novelas de ficción sean aceptadas incluso como material histórico.

La verdad histórica más extendida, consensuada por historiadores más serios, establece que nunca se llegará a saber con exactitud el número de víctimas; el parte oficial habla de nueve muertos, pero el régimen conservador de Miguel Abadía Méndez estableció en la memoria popular 3.000. Seguramente no fueran ni tantos, ni tan pocos, sino algunos cientos.

El ambiente establecido en el país colombiano hacia la compañía estadounidense se enrareció a partir de este acontecimiento, pero el abandono de la región se debió a la crisis económica mundial del 29 que redujo mucho las cuotas de exportación y las inundaciones de 1932. Este diluvio también será recogido en Cien años de soledad: “Llovió cuatro años, once meses y dos días. Hubo épocas de llovizna en que todo el mundo se puso sus ropas de pontifical y se compuso una cara de convaleciente para celebrar la escampada, pero pronto se acostumbraron a interpretar las pausas como anuncios de recrudecimiento”; lo que fue interpretado como un castigo divino por la diligencia de la compañía bananera.


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